DE PROPIO

PABLO PLANAS EL VELO Y LA CAZA DE BRUJAS

A celeridad con la que los ayuntamientos catalanes han hecho suya la idea de limitar el uso del velo integral en los espacios públicos de su competencia revela la profunda crisis de la izquierda, dado que la mayoría de esos municipios están gobernados por coaliciones autoproclamadas progresistas, catalanistas, verdes, alternativas, etcétera, etcétera. En principio, sólo cabe atribuir el mérito de esta propuesta a la presidenta del Partido Popular en Cataluña, Alicia Sánchez- Camacho, cuyo éxito ha sido de tal alcance que su principal rival hace dos años para dirigir el PP catalán, Montserrat Nebrera, ha tenido que pasearse con un burka para obtener algo de notoriedad periodística. Debe ser la diferencia entre tener una idea —por cuestionable que ésta sea—y no tenerla. En cualquier caso, la prohibición de vestir el velo integral ha prendido en los ayuntamientos sin que gobernantes como los socialistas Àngel Ros, alcalde de Lleida, o Jordi Hereu, de Barcelona (a los que citaba Sánchez-Camacho en su intervención de yer en el Senado) se plantearan la posibilidad de estar vulnerandola libertad religiosa; si hay tantas mujeres que portan esa prenda como para regular su uso en vez de recordar la necesidad de enseñar el rostro; si no entran en contradicción con el multiculturalismo pregonado con denuedo por los próceres de la izquierda; si, en suma, no caíande bruces en una trampa para elefantes tendida por a misma formación política a la que dos minutos antes perseguían a cañonazos dialécticos por denunciar el incivismo de los rumanos de etnia gitana en Badalona.

El griego Pirrón fundó la escuela filosófica del escepticismo, cuyos partidarios practicaban la «epoché» o suspensión del juicio, que venía a ser la abstención de todo pronunciamiento sobre la naturaleza, sustancia o sentido de las cosas, los dilemas o las situaciones en virtud del aparente sofisma de que sobre cualquier asunto se podía sostener una teoría y su contraria. En materia de velo integral no cabe

otra alternativa que ser escépticos y seguir razonando fin último del pirronismo.

Presumimos en la peor de las hipótesis que las mujeres con velo integral son obligadas por sus padres, hermanos o maridos; pero sabemos que hay milesde mujeres que son directamente encerradas en sus casas, maltratadas, niñas que no son escolarizadas... Sabemos que hay mezquitas en las que versiones infames del islamismo incitan al odio y la violencia contra Occidente. Se sabe, incluso, dónde están y quiées son los líderes «espirituales» de esas comunidades. Se sabe cómo se financian, quiées las componen, de dónde vienen y a dónde van, cómo captan a sus fieles y en dónde influyen... En resumen, tenemos información suficiente como para discernir que unas cuantas personas con velo integral no son parte del problema ni de la solución.

Mientras tanto, el ambiente se enardece al punto de que los intolerantes ueden darnos clases de tolerancia y decirnos que prohibir no es el camino,que pueden encontrarsimilitudes entre esto y la caza de brujas de las leyendas negras de la Santa nquisición.

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